domingo, 22 de junio de 2008

PREÑÉZ


Otoniel Guevara

enterré mi testamento en tu vientre

ante la incertidumbre de los murciélagos

que no captaron la transfusión de palpitares
(cuando exhalabas mis huesos

el Universo

se hizo miles de versosy viceversa)
con un chorro de sangre y de viento

toqué tu frente de barro

para iniciar el ritualde la melodía
luego

buscamos la llamita verde

de todos los orígenes

e hicimos la luz

BLASON




Un andrajo de mi vida me queda: se perdió
en misérrimas luchas lo que era fuerza y flor.
Rateros y falsarios hacen explotación
de mi luz, de mi anhelo, de mi fe y mi valor.

¡Cuánta odiosa mentira serví, sin querer yo!
¡Cuánto lucro y engaño con mi luz se amasó!
Porque fui humilde y simple; porque en toda ocasión
creí que quien me hablaba tenía sed de Dios.

Lo que no profanaron los demás, lo mejor
que me diera el Destino, eso lo manché yo;
porque siempre fui débil, inestable, y porque soy
tal vez un pobre loco que enloqueció el fervor...

Y entre el diablo y el mundo hicieron de mi sol,
en vez de luz, tinieblas; en vez de paz, dolor.
Mas yo no culpo a nadie de mis caídas, no;
ni me inquieta un instante mi justificación:

si por necio o por débil mi vida fracasó
y en mi jardín florecen el mal y el error,
inútil ya sería saber si he sido yo
el culpable o la víctima de una maquinación.

Si el fruto está podrido, es que el gusano halló
en él propicio ambiente para su corrupción.
¿Fue la obra de un demonio, del azar o de un Dios?
Es igual... No revive una flor que se agostó.

Ahora con los harapos de mi fe y mi valor
y lo que todavía me resta de ilusión,
he de alzar un castillo y en él, como blasón,
en un palo de escoba y hecho un sucio jirón,
haré flamear al viento mi enfermo corazón.
Y en ese vil andrajo que será mi perdón
escribiré con sangre, menosprecio y rencor
este emblema del hombre que es su propio señor:
“Para juzgarme, nadie; para acusarme, yo.”

Cantos liminares


Hugo Lindo


Abramos hoy el libro del invierno del trópico

Miremos sus estampas.

¡Qué diferentes son de las del otro invierno, del que nos referían en la alcoba del niño!


Este no tiene blancos, sino verdes,

apretados, profusos,

como saltando verde sobre verde y verde

hasta una plenitud de selva en celo.


Aquí no están presentes

el horizonte frío

ni el cielo de pizarra,

ni la luz demorosa, frágil y entumecida.


Aquí no están presentes

la elástica figura de animárbol del reno,

ni el pino con su cofia,

ni el abeto que estira largamente los brazos

conjurando al demonio cristalino del hielo.


¡Pero cuánta poesía palpitante!

¡Cuánta fuerza viril,

cuántos dioses despiertos en el rayo,

o vueltos hacia el llanto en los tibios helechos,

o reclinados dulcemente junto al musgo!

Mirándome en tu cuadro


Matilde Elena López


Quiero captar la poesía de tus ojos

-me dijiste mientras en el cuadro

les dabas vida irradiadora

y toda yo surgía como diosa.


Si pintar el objeto es poseerlo

Objeto de tu amor fueron mis ojos

Por un acto de magia que conoces.


Tan pura luz le diste a mis pupilas

Que hasta parece ahora que te besan,

¿pues si ya los robaste? ¿Qué me queda

sino seguir el robo que robaste?


Mi imagen en tu cuadro es una ermita

Que guarda una sonrisa misteriosa

Y la boca dibujas de tan leve

Que hasta parece que aletea el beso.


Me pintaste quizá un poco triste

Porque acaso sabías, sin saberlo,

Que sólo tú podrías darme vida.

…3 de julio (3)…


Luis Angulo
hoy tu boca es una larga pierna donde el ruido exacto
de una fruta empolvada por la luna oscurece los labios
o imagina la escarcha de una axila
ausencia de ala
q' en las curvas de tu beso
seduce a un mar de caballos arrojados ala una y cuarto de tu vientre
y piensas
q' solo el amor
nos puede salvar de la perfección yo te digo
q' desnuda puedes negar la primavera o
-si quisieras-
seducirnos como el temperamento más primitivo del suicidio
aparece dentro baila para mí como una mueca un gemido
un golpe el ruido?
disminuirlo sería la venganza la cintura inmóvil
la siesta desierta
sería disminuirlo tan sencillo
como esta vulgaridad de ser finitos
como sus ojos q’ amo porq' no son míos tan sencillo
como esta soledad
donde un cuerpo invisible traspasa mi boca
y crecen las palabras
aparece dentro habla para mí retrocede la luz se enreda estrella
tranvía
maniatada y tendida
garganta hermosa y fulgurante: su boca
porq' es entre tú y yo cecilia
o acaso
no es ya grave q' seas mi mejor poema?
o acaso?
tu cuerpo sería el mismo
sin mi silencio colgado en los espejos?
lengua de cristal para dividir el día tu cuerpo
tu beso
tu nombre
esta soledad sin salir de nuestros cuerpos de otoño desierto y ausente
destruyámonos coge una abeja
lánzala a una burbuja
que el aire traspase la miel y estalle
destruyámonos
tropecemos en cuerpos grises tirados en la playa cielos estacionados en el suelo
aire destruyámonos
solo así
dejaremos de estar tan solos y podremos tocarnos
sin esta falsedad de la carne y dejar de preguntarnos
si el amor es este veneno la carne
la ausencia tus alas
mi sangre
la noche desparramada desde tus ojos hacia mi espalda
destruyámonos solo así
este poema
podrá hablar sobre nosotros

MAYO VEGETAL


Rolando Elías


El mes de mayo se derrama lento

como río durmiendo en ese viaje

que retrata los lindes del paisaje

mientras el tiempo rumia pensamiento.


El pensamiento, sí, por el que siento

que mayo se decora con su traje

de verde – gris, de cielo en el viraje

de la estación que se abre al sentimiento.


Porque mayo camina con la hierba.

Vuela en azul calado, desvaído,

o se detiene en la mirada absorta.


Y porque mayo en plenitud conserva

el rumor mitológico que ha sido

poema vegetal que el tiempo aporta.


_________________

Una tarde de mayo de 1986.

Somos...


Danilo Villalta


Somos lo eternos delirantes

nos diseminamos en palabras y llantos,

arrullamos los atardeceres;

somos los que nunca nadie entiende

porque enamoramos al silencio

porque hacemos té con flores de muerto.

Somos los que queremos ser águilas

los que queremos amar para siempre

y después de fumar bajo el rumor de los pinos

ir a quitar la amargura a los ríos

Somos los que jugamos a ser sombras,

abatirnos a duelo con el mar,

los cazadores antiguos de sirenas

los sacerdotes de dioses asesinados

frente al cielo enrojecido.

Somos una procesión de ángeles

armados con escudos y espadas

Somos antiguos como el fuego

solos como le viento

seguros como el agua

sedientos como la tierra

Somos los que sembramos con lágrimas

los surcos de papel

Somos los de tanto raro oficio

los poetas.

miércoles, 11 de junio de 2008

ACUARELA




Claro silencio sobre las olas
El átomo despierta
Cotidiano y hambriento en la playa,
Un palpitar de rocas asoma en la izquierda,
Las gaviotas suenan en el cielo
Como nubes gordas
Nunca vi niños más dulces
Que los caracoles recostados en la sombra
La tenue sombra de la palmera,
Ligera brizna deslizada en la hoja...
Un sombrero pasea sobre la arena,
Rasgando inevitable el arco de espuma
Y muriendo ahogadas
Lejos
Dos huellas.

AMANTES


Carlos Santos

Pero nuestra arrogancia ha escrito sobre lo más
detestable de la noche, palabras para el olvido.
Mientras un piquete de saurios asalta a los amantes y
les vende los días a la fuerza, amenazándolos con sen-
dos papeles escriturarios.
Y los amantes bajo la sombra de una letra de cambio,
escuchan los redobles del calendario cívico.
Es el tiempo de las encaminaciones hacia el hueso.
Los amantes se miran y caminan, comenzando a dudar
de las constelaciones.
Es el tiempo de los dolores en las coyunturas del pre-
sentimiento. Los amantes se quedan dormidos bajo las
asechanzas, y no sueñan la una con el otro.
Así pasan,
lustros, guerras, anales.

ORACULOS


Ricardo Lindo

Eran oráculos como insignias en el viento de magníficos batallones perdidos.

Predecían un retorno de príncipes, predecían lagos azules como hojas en los cráteres de los volcanes, y también otras cosas.

Los astrólogos los vieron en el viento, oráculos-bolas.de-fuego. Oráculos-calcomanías-fluorescentes. Los interpretaron según sus viejas tablas esos viejos astrólogos arrugaditos.

Fue la última noche de verano. Cada cual distinguió su signo en el viento y quiso saber su futuro.

Una mujer que miraba por una ventana supo que su hijo subiría a las estrellas.

Un hombre vio en un destello la inagotable soledad que amargaría su vejez.

Por ese año hubo una gran provisión de oráculos vacíos. Nada en las manos, nada en el sombrero. ¿Por qué? ¿Por qué?

La angustia crece como un árbol en el centro de la plaza.
(De : “Rara avis in terra”)

ESTE DOLOR INMENSO


Pedro Geofroy Rivas


Este dolor inmenso que te has vuelto,
esta piedra en el pecho establecida,
esta espina sangrandome la vida,
este amargo sabor a mar revuelto,

Esta brasa en el pecho establecida
que me galopa como potro suelto,
esta avispa de aguijon resuelta,
esta uña escarbandome la herida,

Se apoderan de mi de tal manera
que ya no se decirque soy el mimo
o soy solo este amor en que me empeño,

Que ya no acierto a discernir siquiera
si mi sueño se llena de tu abismo
o si leno tu abismo con mi sueño
1958

EL ESTERO


Alfredo Espino


Agua tan quieta En cada amanecida
despierta dormida

Tan azul, que las garzas en sus vuelos
parecen alejarse entre los cielos

La dulce mañanita del estero…
Un arrebal detras de un cocotero.
Una barca, dos remos, la atarraya,

Una garza que viene y en la playa,
pasa el blancor callado de sus plumas…
Simulando una espuma sobre espumas…

NIEBLA


Raúl Contreras


Cada cual con su lampara, se aferra
a su puesto en la nave, mas ninguno
conoce a donde va. Y un importuno
golpe sin golpe los oidos cierra.

¿Vuelven los que se van? Mi paso yerra
en la nave sin fin. Uno por uno
los voy contando a todos. Falta alguno
el capitan que se ha quedado en tierra.

Cada cual con su lampara…--yo iba
con un giron del alba en otra nave!—
¿a donde va este barco a la deriva?

¡toda la niebla en mis pupilas cabe!
Cuando pregunto al timonel de arriba
no me responde. El capitan lo sabe…

CON EL ALMA A MEDIA ASTA


Rafael Mendoza

Decido
no volver a llorar
pues ya no puedo

Propongo
no volver a reir
pues no me sirve

Declaro
no poder ya gritar
pues no hay oidos.

Lamento
no llegar a morir
porque estoy muerto

miércoles, 4 de junio de 2008

ENGRASANDO MOTORES



No te quiero sólo porque tu sexo nutre mi sexo

ni porque tus piernas y las mías destapan un sol cuando dormimos,

ni sólo porque seás la mamá de mauricio antonio y te desvelés dándole chiche o pacha

y te dés cuenta que funciona el baño con hierva del susto y me pongás a sudar una

camiseta para envolver al cipote y quitarle el pujo

que le salió por dejar destapadas las mantillas que fueron lamidas por el cadejo dice la

rosita de Perulapán

no te quiero sólo porque juntos hicimos un hijo,

ni porque seás una hembra entera o ronqués con música cuando se te ha tapado la nariz

y el frío se haga atol en tu garganta

o sólo por que me digás con los ojos pelados llevándotela de seria

y me caigás simpática cuando lo decís aunque me encachimbe que “por qué escribo tanta babosada"

y te salga a flote la preocupación pequeño burgués del título,

ni por que me acariciés la frente cuando me salta duro una alegría bien rara y por nada

y se apelote y se me quiera salir por entre las cejas ¡Sí! Algunas cosas no son de este mundo.

No te quiero sólo porque compartimos cabal nuestros malos olores, los enojos, los

chambres, los trabajos de estudio,

la falta de pisto, las chiniadas, el cepillo de dientes,

ni porque pensemos chulo del socialismo y de irnos a pasar un día a la orilla de un río

quebrando intimidades en un verso Sssshshsshsshs ¡Charros que hay orejas y oyen!

Bueno pues, como dicen que no hay secretos para Dios, algún día no habrá secretos para

nadie

Y yo

me afirmo para ese después cuando ya no esté.

No te quiero sólo porque de mis cosas digás “está bonito” o que así despeinado me veo guapo,

ni porque a veces me des un beso en el cachete

para que amanezca en la ventana el nuevo día.

No es por esto y un penco de cosas más que nos ahogan chivo

y porque soy capaz de terminar el poema

Y por no saber el absoluto de querer y escribir seguro que para vos, para el cipote y para

Todos

hay una larga lucha que espera, por un mañana más justo,

como espera un motor el aceite, una hoja el rocío y la mariposa, una casa sus tejas yladrillos.


(1980)

Desvelo




¡Oh, la pupila insomne y el párpado cerrado!

(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!)

Rubén Martínez Villena



La ceniza, hasta la ceniza

sería una amable brasa

a esta hora en que resulta imposible ocultar

nuestra blanca quemadura de frío.

Otro muerto infecundo —sopla un viento bienherido—

que venga y cruja en la fila de suicidios graciosos,

una lágrima negra más

por la copa de sangre que bebo solo,

otra hembra astuta por mi pasado azoro.

(¿Quién pidió una gota de calor,

como el venido de un océano de hielo

que ha imaginado por primera vez la llama?)

Hace demasiado frío. El sueño

es un hongo moribundo exigiendo sombra.

Dindí


Mario Noel Rodríguez


Como un río que no encuentra el mar,

Así ando imposible Dindí.

Yo te veo caminar sostenida de la lluvia,

Así voy dulce luz de mujer.

Corro contra mi vida para encontrarte,

Así vivo ilusión de mis años.

Antonio Carlos Jobim lo sabe,

Preguntadle de esta sin razón de miel.

CUERNAVACA


Gabriel Otero

¿Cómo no sentir la inesperada
piel de tus tardes?
¿Cómo no dormir en las cúpulas
de tus iglesias?
Si fue tu lluvia la que conjuró
a mi sortilegio.
Si fue tu follaje el que curó
a mi garganta.
Y si en tu cielo desierto
no encuentro el rastro de un oráculo
será la hora de guardar los ojos
en los bolsillos del pantalón
será un nuevo tiempo
para empacarte y llevarte conmigo.

DE PRISA


Maura Echeverría



Alguien me espera,
es por eso mi prisa.

Hay dos brazos que ríen
con mi contacto.
Esperan que yo asome
para cercarme de amor.
Hay dos ojos que quiebran
sus anhelos
en los míos
y cantan mi mejor canción.
Una boca ...
Sí.
Una boca que formula
las mejores caricias
y unas manos que buscan
mi nombre al despertar.

Alguien me espera,
es por eso mi prisa.
Me espera mi pequeña
con sus tres soles de edad.




EL PRIMOGÉNITO


Roque Dalton



Yo en cambio lloro por mi alma:
Mi alma es vaporosa cuando bebo solo:
Los escombros de mi alma son traicionados por su dueño
Para los testimonios de esta máquina implacable.
Y eso,
Mientras sobre mis hombros cae ―con infinita lentitud―
La ceniza amarilla de mis antepasados.

No sabemos lo que hemos perdido, oh correligionarios
En esto de la marca de Caín; pero
Tiene que ser la ley o la plegaria, con toda seguridad.
Debería mejor hablar de la niebla en tono undívago,
Hacer un recuerdo leve de las cosas de nuestra vida interior
(por encima
Y muy lejos de los hombres que engullen
Embutidos demasiado grasosos
Y que son tan torpes para el asesinato
O para el primer acto en la noche amorosa).

Ah, mínima, intrusa ciudad que cuelga de mi ventana
Como un ahorcado.


38




De repente en la vida,
Algo se vuelve inconfesable:
El misterio habla
Con incansable persistencia.
El fuego abunda en diminutas partículas
Como las hormigas en su purísimo barro.
De repente, —mar y fuego— me parecen
Un solo Don desafiante
En la sal del clamor de cada día.
En mi diario cansancio —porque lo hay—
Veo, sin embargo, cestas que arden de luz
Y que columpian el infinito.
Esto me enternece y trasciende.