sábado, 4 de octubre de 2008

EL RÍO

Hilda Flores

Soñaste con ser una estela
de ojos siempre abiertos.
Guardar muy hondo
la plegaria del tiempo,
el polen de la aurora.
Soñaste con ser amigo de los hombres.
En cambio ellos te dieron
la herida del árbol
rodando en tus riveras,
la tierra desangrada.
Como a cauce de abismos
te penetran las sombras,
el alba ya no vuela a mirarse en tu cielo.
Y yo trémula de nostalgias
me hundo en tu memoria de astros y de siglos

LO INCOMPRENSIBLE

Hilda Flores

Caminar
y seguir siempre aquí.

Sentir en mi cuerpo
el grillete del tiempo.

Preguntar por quién viene.
¿Será su mano blanca?
¿Será de sal o sangre?

Escuchar la verdad de mi palabra
y ver las espaldas que se alejan.

Caminar, moverme,
en busaca de lo no consumado.

Sufrir el insomnio.
Percibir todo, profundo, incomprensible.

Volar.
En el vuelo perder las alas,
y sentir que de los muñones desangrados
me nacen de nuevo,
estoicas,
cual savia de cactus.

Caminar . moverme,
sin comprender dentro de míla cohesión que proclama mi existencia.

AL HERMANO LEJANO

Hilda Flores

Hay una huella borrándose,
una cama arreglada,
un vaso reseco de esperar tu sed.
Están mis brazos tendidos hacia los tuyos.
Sobre los recuerdos
una lágrima absurda te dibuja.
En la cima de la ausencia
tu pensamiento y el mío
se hermanan como el beso.
Dentro de mí se quiebra
el frío de tu vida
extraviada en ásperos lugares.
Estás allá,
tan lejos,
hermano.

ANSIA INFINITA

Hilda Flores

Si las hojas muertas
reviven en el bosque
como hijas de un país sin nombre,
si yo abato el frío que consume,
¿verdad que yo podría ser semilla
y dar a luz la primavera?