miércoles, 25 de febrero de 2009

Señoras, señores

Ricardo Lindo

En un lugar de la Mancha está Dios.
Ha de estar dentro de un molino de viento.
Yo no tengo un molino de viento,
sino un molinillo de viento;es un ventilador,
el mismo que sopla mis páginas
en esta calurosa tarde de verano.
Señoras, señores:
dentro de mi molinillo no puede caber Dios;
si acaso un diosecillo insignificante,
miope y giboso,
con jardines mustios en los bolsillos.
Un diosecillo que ama ser ignorado
y que busca el olvido.
No quiere salir de reducto
porque todos verían entonces su fealdad.
Feo, pequeño y tranquilo,
giboso y miope,
mi pequeño dios se contentacon un molinillo.
Señoras, señores:
Yo quiero a mi pequeño dios,
Y me paseo en sus jardines musgosos,
en sus amplios bolsillos,
y aprendo de él el desdén de este mundo
donde gritan los humanos
mis semejantes.
Por ello, cuando hablo,
Lo hago desde lo bajo,
como alguien que confía sus palabras
a un molinillo de viento.

Sonetos del Quijote

Roberto Laínez
I
Casi a punto de verse caballero
—Don Quijote no cabe en sí del gozo—
Vela de armas en el brocal del pozo:
testigo fiel de instante tan cimero.

Mas irrumpe en la escena un tosco arriero
que aparta del ritual calma y reposo,
y sin saber a qué le arriesga, el mozo,
que amén de irreverente es pendenciero,

pone manos sobre el lugar sagrado
y lanza los arreos hacia el suelo.
Invocando a su dama, el indignado,

entre manos, su lanza alzando el vuelo
dejando en su rigor descalabrado
a aquel que nunca supo que hubo duelo.

II
A entrambos os porté con tal portento
que huélgome al decir en un soneto,
que habiendo sido parte del secreto
también mi corazón buscaba el viento.

Madera, una clavija, un tosco invento;
mudo a fuerza de palo, fiel, discreto…
y en la locura se perfila un reto
¿por qué no aventurar en el intento

de vencer al gigante Malambruno?
Así, entre sueños la visión acuno
del prodigio burlesco y pasajero

de haber acomodado de consuno:
en los lomos hidalgo caballero;
y en ancas lloriqueando el escudero.

III
Acorredme, señora en este trance,
puesto que sois aún mi norte y guía;
devolvedme, enemiga, la valía
que sucumbiera un día en cruel percance.

Dejad que mi soneto, en buen romance,
os brinde lo mejor de su poesía
y que el amor convierta esta bacía
en yelmo conquistado en duro lance.

Altiva estáis mientras la frente humillo
ante el sol de la vuestra fermosura
ca a mi triste figura le da brillo;

más niega tu lagar mi uva madura,
y ansí me duela el alma he de decillo:
nada valen mi lanza y mi armadura.

IV
Ajeno al lance el loco se presenta:
“Soy Don Quijote, Caballero Andante,
me cautiva la gracia cautivante
de aquella por quien todo se acrecienta;

y a fuer de mi valor verla contenta:
os demando volver en este instante;
al Toboso partid, que no es distante,
y a Dulcinea comentad la afrenta

y el término feliz bajo mi lanza”.
Del grupo, un escudero vizcaíno;
hastiado del cortejo que no avanza

enrostra a Don Quijote con mal tino.
“Villanía te libra de venganza,
no ofende cualquier hijo de vecino”.


Fragmento de libro publicado en Revista Cultura 91/2 de CONCULTURA, El Salvador.

5:00 p.m.

Rafael Mendoza López

Cuando tu corazón se abre
no hay balcón donde quepa mejor la madrugada,
no hay lluvia que abarque tu mirada.
Sólo entonces me dan ganas de cantar
si te desnudo

Vacío

Rafael Mendoza López

Está presente la oquedad, lo que falta de ti.
Simplemente una hoja en el árbol
que no alcanza a cubrir el sol.
Y hay algo parecido al miedo,
pero no se incorpora a mi frente ni saluda
su lastre nupcial ni sus pérfidas caricias.
Tan sólo hueles tú en el ambiente.

domingo, 8 de febrero de 2009

Simplemente nosotros

Matilde Elena López

Cuando la huella
De tu pie
Cubra la mía
Y nuestros pasos
Sigan el mismo
Sendero.

Cuando la brisa
De la noche
Nos envuelva
En una sola
Gasa.

Será hermoso ver
Cómo tu sombra
Protege
Mi pequeña sombra.
Entonces llegarán
Las olas del tiempo
Que habremos resistido
Como un trigo en el peso
De la misma espiga…

Y ya no seremos
Tú y yo
Sino sólo
Nosotros…

Simplemente:
Nosotros…

La Búsqueda

Pedro Geofroy Rivas

Yo no encuentro la letra deseada
Para mi canción,
Ni encuentro los ojos que llevo
En el corazón.


Cuando escucho un canto me digo:
Esa es mi canción.
Cuando veo unos ojos exclamo:
Los del corazón.


Pero pasa el canto y se van los ojos
Y aún siento en el alma vibrar la canción
Y siento como arden dos negras estrellas
En el corazón.

A manera de salmo de ausencia

Antonio Gamero

Rebotan mis palabras
En las piedras oscuras del recuerdo
Y mis lágrimas ruedan ateridas
Y enhebradas con hilos en desfleco.

No hay soñador que sueñe los sueños de mi noche:
Apagado está el grito, muerto el clamor del alma:
Y un mudo seguimiento de fantasmas y sombras
Burlescamente hiere mi fría piel bronceada.

Te invito a que regreses y, con los brazos tensos,
Pregunto a los que llegan: ¿Vendrá hoy o mañana?
Y con el agua clara llovida de la rosa,
Lavo el último traje que viste mi esperanza.

II
Vienes de medianoche, —medianoche es distancia—
Traes el alma llena de orfandad y de espanto:
Tus ojos se suicidan en la angustia del tiempo
Y el frío se detiene a ver qué hay en tus manos.

¿Para qué recordar? ¿Para qué recordar?
Todos un día fuimos por ilímites rumbos
En busca de alegría, de luz, y retornamos
Bordoneando caminos y destrozando muros.

Para qué recordar?
El sol que alumbra sabe que somos todavía
Dos chispas ardorosas
Para encender la vida.
¿Para qué recordar, si las campanas dicen
Alegres tu venida?

Aire

Lya Ayala

Ven aire a poblar mis cabellos,
Hunde tus ramas verdes y azules en mis ojos,
Yo quiero ver el despertar,
Yo quiero ver las luces de las sombras
Cuando abre su boca
Y destruye la tarde,
Quiero verla desde la antigüedad de mi mano:
Fogata de lunas,
Torre de pájaros,
Subir por las calles
Y enterrar el horizonte

POEMA DEL PASO DE LAS HORAS

Carlos Santos

La frente se deshoja al paso del viento, y su enigma es el de las arenas. El hombre sabio escribe sobre las arenas la cuenta de sus bienes, y el amante sabio el nombre de su amante.
La frente se deshoja al paso del viento, y es su enigma el de las largas, lentas ondulaciones.
Los vastos asentamientos en aras enjoyadas; la confección de leyes para la legislación de pueblos y monumentos, para la legislación del pensamiento. Y de repente un hombre triste, como un gran árbol cargado de musgo.Y un hombre, también, de voz pequeña, bajo el enigma, con el sol en el fondo de su ojo reverente; y otro, contrito y afligido de sí, bajo el cielo; y otro, con su regla en los abismos; y otro, con tantas firmas de hombres en la frente; y muchos otros más bajo el signo del día.
Y entre las extenuantes tablas de suma, arrastradas sobre la tierra por millares de hombres, el espíritu resta grandes pesos muertos.

Poema Sirena

Claudia Lars

Va sobre espuma alzada, casi en vuelo,
sin rozar el navío ni la roca
y la distancia abierta la provoca
un doloroso afán de agua y de cielo.

El canto suelto, desflecado el pelo,
de la tierra inocente, grave y loca;
encendidos los sueños y en la boca
la extraña sangre de una flor de hielo.

No es el tritón quien le transforma el pecho,
ni el querubín se inflama entre sus labios
para beber después llanto deshecho.

Un hombre, nada más… Con brazos sabios
la tiende sobre el peso de la tierra
y allí se arrastra dulcemente en guerra.

Frágil, diminuta…

Otoniel Guevara

No recuerdo tu nombre pero sé que es exacto
al fulgor de la tierra que enloquece veranos.
Conozco, en contraparte, tu sonrisa pequeña,
capaz de abrir oscuros corazones,
capaz de dispersar con sus alas menudas
los crueles abalorios del desastre.
Reconozco tu aroma como el vals
donde encuentran reposo los infiernos.
Y no es que haya perdido el caudal de tus ojos,
es que me ha extraviado el alegre apetito que canta en tu mirada,
y es la insensata cómplice de mi mala memoria
que me lleva a abrazar los escombros donde te vi sentada
e inclinarme ante el sol que hizo la luz
para tu cabellera de caballera andante.
Parecido es tu nombre. Yo te llamo incesante
cuando de noche mando a la luna a buscarte,
cuando de vida te rastreo en el arte,
cuando encarcelo en mis pulmones el aire
y en vez de pronunciar tu nombre que olvidé
verifico el misterio,
la certeza,
de saber que no sos un simple nombre,
sino,
simplemente un milagro.

Contracorriente

Otoniel Guevara

En mi infancia
monté en un río que me pertenecía

Me hacía creer que su aroma de piedra encantada
era como las simples palabras de mi madre

Lo contemplaba adquirir el color de las cosas
que iba resucitando:
una rama con hojas transparentes
la indecible alegría de mis compañeros
o el fresco ángulo errático de mi pie desnudo

Mi río me arrullaba a la hora del sueño
en lugar de mi madre

Hay ocasiones en que despierto
soñando con él

Y agradezco al agua el no haber aprendido a nadar nunca
De esa manera puedo naufragar en paz en la corriente
de mi interminable río perdido

No Apto Para Turistas

Otoniel Guevara

Qué escalofriante el infierno del que ama
Macabra
su noble efervescencia de condenado

Enfila alegremente hacia el suplicio
Entrega el corazón lleno de alas

Sus ojos se extraviaron para siempre
contemplando la belleza
de un paraíso
tan solo prometido