domingo, 8 de febrero de 2009

Contracorriente

Otoniel Guevara

En mi infancia
monté en un río que me pertenecía

Me hacía creer que su aroma de piedra encantada
era como las simples palabras de mi madre

Lo contemplaba adquirir el color de las cosas
que iba resucitando:
una rama con hojas transparentes
la indecible alegría de mis compañeros
o el fresco ángulo errático de mi pie desnudo

Mi río me arrullaba a la hora del sueño
en lugar de mi madre

Hay ocasiones en que despierto
soñando con él

Y agradezco al agua el no haber aprendido a nadar nunca
De esa manera puedo naufragar en paz en la corriente
de mi interminable río perdido

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