domingo, 8 de febrero de 2009

Frágil, diminuta…

Otoniel Guevara

No recuerdo tu nombre pero sé que es exacto
al fulgor de la tierra que enloquece veranos.
Conozco, en contraparte, tu sonrisa pequeña,
capaz de abrir oscuros corazones,
capaz de dispersar con sus alas menudas
los crueles abalorios del desastre.
Reconozco tu aroma como el vals
donde encuentran reposo los infiernos.
Y no es que haya perdido el caudal de tus ojos,
es que me ha extraviado el alegre apetito que canta en tu mirada,
y es la insensata cómplice de mi mala memoria
que me lleva a abrazar los escombros donde te vi sentada
e inclinarme ante el sol que hizo la luz
para tu cabellera de caballera andante.
Parecido es tu nombre. Yo te llamo incesante
cuando de noche mando a la luna a buscarte,
cuando de vida te rastreo en el arte,
cuando encarcelo en mis pulmones el aire
y en vez de pronunciar tu nombre que olvidé
verifico el misterio,
la certeza,
de saber que no sos un simple nombre,
sino,
simplemente un milagro.

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