Carlos Santos
Pero nuestra arrogancia ha escrito sobre lo más
detestable de la noche, palabras para el olvido.
Mientras un piquete de saurios asalta a los amantes y
les vende los días a la fuerza, amenazándolos con sen-
dos papeles escriturarios.
Y los amantes bajo la sombra de una letra de cambio,
escuchan los redobles del calendario cívico.
Es el tiempo de las encaminaciones hacia el hueso.
Los amantes se miran y caminan, comenzando a dudar
de las constelaciones.
Es el tiempo de los dolores en las coyunturas del pre-
sentimiento. Los amantes se quedan dormidos bajo las
asechanzas, y no sueñan la una con el otro.
Así pasan,
lustros, guerras, anales.
Pero nuestra arrogancia ha escrito sobre lo más
detestable de la noche, palabras para el olvido.
Mientras un piquete de saurios asalta a los amantes y
les vende los días a la fuerza, amenazándolos con sen-
dos papeles escriturarios.
Y los amantes bajo la sombra de una letra de cambio,
escuchan los redobles del calendario cívico.
Es el tiempo de las encaminaciones hacia el hueso.
Los amantes se miran y caminan, comenzando a dudar
de las constelaciones.
Es el tiempo de los dolores en las coyunturas del pre-
sentimiento. Los amantes se quedan dormidos bajo las
asechanzas, y no sueñan la una con el otro.
Así pasan,
lustros, guerras, anales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario