miércoles, 4 de junio de 2008

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De repente en la vida,
Algo se vuelve inconfesable:
El misterio habla
Con incansable persistencia.
El fuego abunda en diminutas partículas
Como las hormigas en su purísimo barro.
De repente, —mar y fuego— me parecen
Un solo Don desafiante
En la sal del clamor de cada día.
En mi diario cansancio —porque lo hay—
Veo, sin embargo, cestas que arden de luz
Y que columpian el infinito.
Esto me enternece y trasciende.

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